EL PROTAGONISTA: VÍCTOR VALDÉS Con cuatro enormes paradas, el meta confirmó que está en estado de gracia y que es necesario en todos los frentes
Es una pieza vital en un Barça que intenta recuperar la identidad perdida en ataque reconstruyéndose desde atrás
El Barça, cuya eficacia ha mejorado a lo largo del intenso mes de enero, ha encadenado cuatro partidos seguidos sin encajar un gol. La pequeña racha se inició ante el Murcia (4-0), la vuelta de la Copa en casa con el Sevilla (0-0), la victoria del domingo sobre el Racing (1-0) y el empate de ayer en el Madrigal
Este Barça no sólo empieza en Valdés al recitar su alineación. Huérfano de la magia de sus cracks y el liderazgo que su fútbol imponía, el conjunto azulgrana se agarra ahora a una versión más oscura pero muy necesaria en estos momentos de crisis de identidad. Valdés juega en esta fase de reconstrucción un papel vital. Ya había dejado pinceladas en encuentros no tan lejanos, como en las victorias ante Murcia y Racing, en las que sus oportunas paradas en momentos clave pasaron más desapercibidas en el análisis general. Ayer no fue así. Ayer Valdés fue protagonista con todas las letras. Confirmó su estado de gracia con cuatro paradas antológicas a disparos de Rossi, Nihat en dos ocasiones y Senna. Echó el candado de su puerta, espantó al Villarreal y acabó con el debate. Él es ahora mismo el único e insustituible portero en todas las competiciones.
Debate ganado
Desde que aquella inolvidable noche de París le amargara la vida al mismísimo Thierry Henry, Víctor ha ido decantando con claridad la balanza hacia su costado en ese eterno debate entre sus detractores y sus defensores, ha ido creciendo como líder, ha ganado en seguridad y confianza. No están las cosas para el Barça como para prescindir de uno de sus futbolistas más en forma. Frank Rijkaard hace tiempo que así lo cree y ayer aprovechó ese vacío que dejaba la tan reciente llegada de Pinto para romper su norma en la Copa de alinear al meta suplente. Víctor no sólo no le defraudó sino que le puso las cosas aún más fáciles para decisiones posteriores.
Valdés es pieza clave de un Barça que ni enamora ni lo hará durante mucho tiempo, por lo menos hasta que todos sus cracks, con Ronaldinho a la cabeza, recuperen para este equipo ese fútbol tan particular y diferenciador de antaño. El Barça actual no es el de Ronnie, ni el de Messi, ni el de Eto'o. Es el de Valdés, el de Milito, el de Iniesta. Es un Barça en el que sus delanteros están más pendientes de impedir la salidadel balón del rival que de atemorizar al contrario con su presencia, su centrocampistas destruyen más que construyen y a los líderes hay que buscarlos en las líneas más traseras.
Más peones que artistas
El caso es que el Barça ha ido endureciendo su aspecto en las últimas jornadas hasta convertirse en un equipo bregador, sólido, duro en ocasiones, pero insulso como pocos arriba. Antes se construía a partir de sus artistas, ahora lo hace desde sus peones. Ha sido dar un paso atrás quizás necesario para buscar dos hacia delante, una reconstrucción del maltrecho conjunto del 2007 con la intención de que en el 2008 recupere su esplendor cuando sus cracks vuelvan a encontrar la chispa.
Mientras esto sucede, se agarra a quienes quieren coger su liderazgo. Víctor Valdés, que ayer acabó de capitán, ha aceptado sin ir más lejos esa responsabilidad y la cumple con eficiencia.
25.01.08